¿Alguna vez esperaron el siguiente vuelo en un aeropuerto por diez horas? Es más de la tercera parte de un día. Llegado desde Atlanta, Georgia, estaba en Salt Lake City, Utah, esperando mi vuelo al sur de Oregon. Esas diez horas eran buenas para un descanso, y escribir algunas notas de viaje. También, una oportunidad para la contemplación y la reflexión. Los aeropuertos son muy interesantes, porque tantas personas de alrededor del mundo están allí.
Después del almuerzo decidí contemplar la gente. Mochileros mochileando. Alguien llevando sólo un messenger bag. Un hombre con una camisa linda y zapatos muy buenos marrón-rojo brillantes, casi sin equipaje. Chicas muy jóvenes solas, tal vez sólo por un rato. Caras agradables, caras aburridas, gente copada, gente extraña. Jóvenes, viejos, bebés, niñitos y niños. Miles de historias, algunas de ellas, quizás, entremezclándose con otras. Me hubiera gustado oír esas historias. Hay tanto para aprender de todos.
Ver toda esa gente me recordó una historia Zen de la antigua China. El emperador estaba junto a un maestro Zen, mirando el río Yangzi desde una terraza. Cientos de navíos navegaban desde y hacia diferentes partes de China. El emperador se regocijaba con esa vista. Le preguntó al maestro:
— ¿Cuántos barcos cree que hay navegando por nuestro inmenso país?
— “Veo sólo dos”, respondió el maestro.
— ¿Cómo sólo dos? Hay cientos ahí abajo…
— Yo veo solamente dos. Uno se llama fama, el otro se llama ganancia. Es para eso que vive la mayor parte de la gente.
Me pregunté cuánta de la gente que estaba en el aeropuerto también vivía para eso.
Pasamos tanto del tiempo de nuestras vidas buscando la olla al final del arco iris. Está aquí hoy, y desaparece mañana. También están las estrellas en el cielo nocturno. Nos sirven de guía cuando navegamos por tierra o por mar. Algunas de esas estrellas se extinguieron hace miles de años, pero su luz aún viaja a través del universo, y nos ayuda a encontrar el camino. Están los hombres de la antigüedad que nos dejaron sus huellas. Arte, literatura, poesía, filosofía, edificios… nos dejaron un ejemplo, conocimiento y guía para nuestras propias vidas, como las estrellas en el cielo ¿podemos decir que están muertos?
Podemos dedicar nuestro tiempo a la búsqueda de la olla al final del arco iris. También podemos encontrar un camino equilibrado, y dejar algo detrás nuestro. Algo que no se destruya con el fuego ni el agua. Que no se pierda si cae el mercado de acciones en la bolsa. Algo que, aunque nuestra vida fuera tan breve como la de una mariposa, nos lleve a brillar, como la luz de las estrellas, por siempre jamás.
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