28 jun 2010

Comprensión Correcta


Según un antiguo proverbio, “en la boca del enfermo el agua pura sabe amarga”. Nada más cierto. No es en vano que todas las tradiciones espirituales insistan en que el primer paso en el camino consiste en purificar el corazón-mente. Igual que el agua en la boca del enfermo, cuando el corazón-mente no está sano, percibimos al mundo de manera distorsionada. Eso, por supuesto, interfiere en todas nuestras relaciones y actividades. Hasta cuando seguimos un camino espiritual, tenemos que estar siempre atentos a mantener el corazón-mente lo suficientemente vacío como para percibir correctamente.

Tradicionalmente, cualquier monje itinerante tiene derecho a quedarse en un templo Zen, si puede vencer en una discusión acerca del Buddhismo con alguien que viva en ahí. Si es vencido, debe seguir su camino.

En un templo en Hokkaido —el frío norte de Japón— vivían dos monjes. El mayor era muy instruído, el menor era tonto, y tenía un solo ojo.

Un día, llegó un monje itinerante que pidió alojamiento, e hizo el tradicional desafío de discusión acerca de las enseñanzas. El mayor de los monjes estaba cansado, y le pidió al menor que tomara su lugar. Le indicó además, que pidiera un diálogo en silencio.

Poco después el viajero apareció delante del mayor de los monjes y le dijo:

— Su hermano menor es extraordinario. Me venció.

— “Por favor, reláteme el diálogo”, dijo el mayor de los monjes.

— Bien. Primero levanté un dedo, representando así al Buddha. Entonces el levantó dos dedos, significando al Buddha y su enseñanza. Yo levanté tres dedos, para representar al Buddha, la enseñanza y los discípulos, que viven una vida armoniosa. Entonces él sacudió su puño y me golpeó en la cara, indicando que los tres surgen de una misma vivencia. Así que me venció. Sigo mi camino.

En eso, el monje joven apareció corriendo.

— ¡¿Adónde está ese tipo?!

— Entiendo que ganaste el debate…

— ¡No gané nada… lo voy a golpear más!

— ¿Cómo fue el tema del debate?

— Ha. En cuanto me vio levantó un dedo, con lo que me insultó al decir que tengo un solo ojo. Como es un extraño decidí ser cordial. Levanté dos dedos para felicitarlo porque él tiene sus dos ojos. Entonces ese chancho levantó tres dedos, con lo que sugirió que entre nosotros dos tenemos sólo tres ojos ¡Así que me enojé y empecé a golpearlo, pero se fue corriendo y ahí terminó todo!

1 comentario:

kairos dijo...

saludos

la realidad es la que es ,pero lo que nosotros creemos que es esa realidad suele distar enormemente de la misma,

je je je buena enseñanza