3 jun 2010

La Urdimbre


El otoño es el tiempo en el que, entre otras cosas, juntamos castañas. Ya en invierno es un placer ponerlas al fuego de distintas formas. Luis puso algunas en un wok, y al wok sobre las brasas en el hogar. Después les alcanzó la tetera y las tazas a los tres amigos que estaban sentados a la mesa. Charlaban acerca de la interdependencia en los sucesos de la vida. Tommy, sonriente al ver llegar el té, contó una anécdota interesante.

“Hace muchos años, durante un tiempo, hice joyas de plata y las vendía en una feria de artesanos muy exclusiva. Todos los días de feria, como práctica, regalaba un anillo de hilos retorcidos en espiral a alguien al azar. El código era que no tenía que regalarlo por elección personal. Simplemente regalar un anillo. Un domingo, casi a punto de guardar todo, me di cuenta que había olvidado regalar el anillo del día. En ese momento, pasó una chica de unos veinte años. La llamé, le expliqué, le regalé el anillo y se fue muy contenta”.

“Más de un año después, un amigo me contó que su sobrina había regresado de Medio Oriente, donde había estado por un buen tiempo. Estaba sola y me la quería presentar. Raquel —así se llamaba— y yo nos hicimos amigos enseguida. Me contó que después de un tiempo en Israel, discontenta con todo, había decidido irse. Se fue al desierto, y se quedó en un oasis. Allí vivió tranquila durante muchos meses. Había un campamento de beduinos, gente muy hospitalaria con la que pasaba buenos momentos jugando con los niños, intercambiando comida… Un buen día decidió volver a su país. Estuvo un tiempo en Brasil, y después, bueno, ahí estaba contándome toda la historia”.

“Meses más tarde del encuentro con Raquel, un viejo amigo mío volvió de viaje. De uno de sus muchos viajes. Él también, hacía un tiempo, había estado en un oasis en el desierto. Una noche vino a mi casa. Estábamos preparando un té cuando llamaron a la puerta. Era Raquel. Pasá Raquel, estamos a punto de tomar té con un viejo amigo. Raquel pasó, tomamos té, escuchamos música, charlamos. Por supuesto, en un momento saqué el tema ¿Sabés? Raquel también estuvo viviendo en un oasis en el desierto como vos ¿Vos también? Si ¿Vos también? Hugo y Raquel se miraron. Hugo fue el primero en preguntar”.

— ¿Cómo era el oasis?

— Bueno, había un campamento de beduinos, tenían unos nenes muy lindos y muy simpáticos. También había una pareja de americanos, unos franceses, algo más lejos había un tipo solo en una carpa…

“La descripción siguió. Hugo escuchó. Raquel terminó el relato. Hugo habló”.

— “Bueno…” comenzó Hugo, con su forma muy lenta de hablar. “Las cosas eran así, pero un poco diferentes, porque el tipo que estaba solo en la carpa era yo”.

“Hugo y Raquel se miraron. Nos miramos los tres. Hugo le dió su descripción a Raquel, que asentía entusiasmada, volviendo a vivir momentos que amaba profundamente. Intercambiaron recuerdos. Un recuerdo nuevo comenzó en ese momento. Los dos había vivido durante meses en el mismo oasis en medio del desierto. Durante todos esos meses no se conocieron. De pronto miré con detenimiento algo que brillaba en la mano izquierda de Raquel. Comprendí que también otra historia se estaba cerrando en mi casa”.

Juan, Dan y Tommy terminaron lo que quedaba en la tetera. Luis llegó con un bowl de barro cocido.

— Aquí tienen unas castañas amigos.

2 comentarios:

Alexis dijo...

hola bob

le paso unos links que le pueden interesar

http://www.cultureunplugged.com/play/2457/Cold-Mountain

http://buddhisttorrents.blogspot.com/

saludos !

Bob Curto dijo...

Gracias Alexis, son muy bienvenidos.

¡Saludos!