2 jun 2010

Sabiduría Condensada


Según un viejo dicho irlandés, un escarabajo reconoce a otro escarabajo (Aithníonn ciaróg ciaróg eile). Seguro que a si quienes idearon ese dicho les preguntamos qué es la sabiduría, responderían “si necesitas preguntarlo nunca la tendrás”. O también, “no te lo puedo decir, pero la reconozco cuando está ahí”. Nada más cierto. Hay cosas que no se pueden definir, pero las reconocemos. No sólo no se las puede definir, tampoco son posesión de nadie. En el año 1947, John Blofeld, el escritor inglés radicado primero en China y después en Tailandia, vivía en Beijing. Ahí, tuvo oportunidad de conocer a un maestro taoísta de muy alto nivel, al que lo conocían simplemente como Tseng Lao-weng (Tseng el viejo caballero). Además de tomar un muy buen té con él, más que bienvenido en el invierno de Beijing, pudo consultarlo acerca de la sabiduría. El encuentro está narrado en el libro Lo Secreto y Sublime, y este es un fragmento:

El té, servido en tazas de diseño incomparable y vueltas a llenar por un discípulo alerta, era demasiado delicioso para beberlo sin un comentario. Contento porque yo disfrutaba su color y fragancia, Tseng Lao-weng me dijo de cuál provincia y de qué montaña eran las hojas, y que el té había sido preparado con nieve derretida… Le dije: “Venerable, como la mayoría de mis maestros son buddhistas, soy ignorante de lo que los taoístas quieren decir por términos tales como sabiduría e iluminación, y sus métodos para aproximarse al Tao.

Se rió. “Qué extraño ¿Puede haber dos tipos de sabiduría, dos tipos de iluminación? Con seguridad la experiencia de la verdad debe ser la misma para todos. En cuanto a acercarse al Tao, la única cosa imposible es apartarse de él má que el ancho de un dedo ¿Supones que alguna gente —este viejo por ejemplo— están más cerca de él que otros? El Tao está más cerca tuyo que la nariz en tu rostro; es sólo porque puedes retorcerte la nariz que piensas de otro modo”.

La sabiduría está presente en todas las épocas y en todas las culturas. Es la esencia del ser humano. Los proverbios y aforismos resumen principios invariables, que son válidos en todos los lugares y en todos los tiempos. Antiguamente, los Celtas —la auténtica Espiritualidad de Occidente— hicieron compilaciones de Tríadas de sabiduría, éstas son algunas:

Tres cosas que se asemejan entre ellas: una espada brillante que se oxida por estar mucho tiempo en la vaina, el agua cristalina que apesta por estar mucho tiempo estancada y la sabiduría que está muerta por haber estado largo tiempo en desuso.

Tres cosas de las que nunca ser movidos: los juramentos que uno hace, los Dioses de uno y la verdad.

Tres cosas que fortalecen a una persona para estar frente al mundo entero: ver la calidad y la belleza de la verdad, ver debajo del manto de falsedad y ver a qué final llegan la verdad y la falsedad.

Tres manifestaciones de humanidad: generosidad afectuosa, modales amables y conocimiento alabable.

Tres cosas que surgen de seguir la legítima bondad: el amor universal de los Sabios, la suficiencia mundana y un lugar mejor en la vida por venir.

Tres seres hermosos del mundo: el correcto, el hábil y el razonable.

Tres cosas excelentes para cualquiera: valor, instrucción y discreción.

Tres cosas deben estar unidas antes de que el bien pueda llegar de ellas: pensar bien, hablar bien y actuar bien.

Tres cosas que es el deber de todos hacerlas: escuchar humildemente, responder discretamente y juzgar bondadosamente.

Tres cosas delante de las que uno siempre debe mantenerse: su deber mundano, su conciencia y las Leyes de la Naturaleza.

Tres cosas sin las que no puede haber nada bueno: verdad, valor y generosidad.

Tres hechos maravillosos: perdonar un mal que fue cometido, enmendar todo lo que sea posible, y abstenerse de la injusticia.

Tres antagonistas de la bondad: arrogancia, pasión y codicia.

Tres cosas difíciles de obtener: fuego frío, agua seca y codicia legítima.

Tres cosas impropias en una persona: creerse sabia, creer que los otros son tontos y pensar que su apariencia es tal como la desean.

Hay tres personas que llevan una maldición: los que trabajan contra las Leyes de la Naturaleza sin que les importe, los que no saben nada de los Dioses y que no buscan aprender y quienes saben mucho y no comparten su conocimiento con otros.

Hay tres cosas: consejo, pérdida y vergüenza, y quienes no tienen la primera, tendrán las otras dos.

Un filósofo chino dijo que “todo lo que el pez quiere es al agua, todo lo que el hombre quiere es el Tao”. Ya sea Tao, o sabiduría, cuando la alcanzamos, somos como un pez en el agua.

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