Recién llegado a Honolulu, aprendí dos palabras en hawaiiano: Aloha y mahalo. Mahalo quiere decir gracias. Pero Aloha… no me quedaba claro. Por lo menos descubrí que no quiere decir ni hola ni adiós. Por todas partes veía, leía, oía hablar, de la importancia de vivir constantemente el Espíritu de Aloha. Mientras tanto, algo me maravillaba cada vez más en Hawaii. La gente y el espíritu del lugar. La increíble amabilidad, la serenidad, el amor con lo que se hace todo, y simultáneamente la actitud de no estar haciendo nada especial. Cada acto hecho con la misma naturalidad con la que las palmeras dan una sombra refrescante en el calor del mediodía. Fuera adónde fuera, a comprar comida, a comprar un fierrito eléctrico con el que calentarme agua para hacer té en el hotel, a comer a algún lado. Constantemente la sonrisa auténtica, el afecto alegre, la serenidad. Todo eso provoca la sensación de que el corazón se expande. Como al mirar el sol poniéndose en el Pacífico, cuando hace que el cielo se vuelva rojo profundo y azul intenso, contemplado por todos desde Ala Moana. Siempre era guiado con tanto cuidado, con tanto afecto, por quienes no me conocían, y sin duda, les importaba sinceramente que estuviera bien y consiguiera lo que necesitaba. Mientras tanto, me seguía preguntando ¿qué es Aloha? ¿qué es el espíritu de Aloha? Entonces averigüé un poco. Sólo un poco, de la muy profunda tradición hawaiiana.
Algunos lo narran en forma de leyenda, en forma de mito de creación. En el comienzo, A, el eterno concededor de luz, creo a Namaka O Ka Hai, el gran poder del mar. Pero vio que los mares estaba solos, entonces liberó la fuerza de Pele. Pele creo las tierras. La gente que encontró esas tierras las llamó Hawai’i, alabándolas como un lugar bendecido con alo o Aloha, que quiere decir: en presencia de A. Aloha estaba en todo. La gente, los animales, las plantas, hasta en las canoas y los remos. Otros describen Aloha de otras formas. Por ejemplo,
A es por Akahai, quiere decir bondad y se expresa con un sentimiento de ternura.
L es por Lokahi, quiere decir unidad, y se expresa con un sentimiento de armonía.
O es por Olu’olu, quiere decir concordante, y se expresa con un sentimiento de ser agradable.
H es por Ha’aha’a, quiere decir humildad, y se expresa con un sentimiento de modestia.
A es por Ahonui, quiere decir paciencia, y se expresa con un sentimiento de perseverancia.
En Hawaii, Aloha no es sólo una palabra, es una forma de vida, y jamás se debe decir sin sentirla en el corazón. Significa mutuo cuidado y respeto. Extiende calidez y cuidado sin crear ninguna obligación a cambio. Es la esencia de las relaciones en la que cada persona es importante para cada otra persona en la existencia colectiva. Aloha implica que uno escucha lo que no es dicho, ve lo que no se puede ver y sabe lo que no se puede saber. Esto es lo que distingue, por sobre todo, a la cultura hawaiiana. Recuerdo mi última mañana en Honolulu, muy temprano, cuando estaba a punto de partir. Miré por la ventana los mástiles de los veleros fondeados en la marina. Sentí algo muy intenso en el corazón, y dije en voz alta Aloha Hawai’i.
14 may 2010
Aloha
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