5 may 2010

Fluir Como el Agua


Tommy se sentó a su mesa favorita en la cabaña. Nadie más que él en el lugar. Luis le hizo un gesto, Tommy respondío con otro. Ni una palabra intercambiada, pero los dos comprendieron. Luis preparó una teterita con Oloong.

— “No todos los que beben solos beben solos”. Luis puso el equipo de té sobre la mesa.

— “Y no todos los que beben en compañía están con los que los acompañan”, redodeó Tommy.

— “El té que puede ser nombrado no es el verdadero té”, bromeó Luis.

— “El té que puede ser bebido no es el té constante” siguió Tommy con la broma, ambos parafraseando el Dao De Jing.

La vieja puerta de madera se abrió lentamente. Una figura alta, normalmente delgada y robusta entró tan lentamente como se abría la puerta. Vestido de azul, con jeans, un sweater de cuello alto y un gabán azul marino. El gabán puesto a medias, debido al brazo izquierdo enyesado. Caminó tranquilo hacia la mesa donde estaba Tommy. Tommy se levantó con una sonrisa, mirada interrogante y los brazos abiertos para abrazar al amigo.

— ¡Juanca! ¿Qué pasó?

— ¿Alguna vez oíste decir que la distracción es la madre de todos los males? Me distraje una fracción de segundo, y me caí sobre una puerta de vidrio. Cuatro horas de quirófano. Tengo para un mes de yeso, y después, dos más de recuperación.

— ¡U laa laaa! Sentate, recién llego y hay un Oloong listo. Tomemos té y me contás.

— Un Oloong y buena charla me van a venir muy muy bien.

Luis va en busca de otra taza. La lleva a la mesa junto con unos bollos rellenos con dulce de porotos azuki.

El dulce de azuki también te va a venir bien, esto es de parte mía.

— Gracias Luis.

— ¿Cómo te estás bancando esto Juanca?

— Bueno… Me despierto muchas veces por la noche y me cuesta volver a dormirme. Me relajo, dejo que la mente vaya a donde quiera, y no lucho. Es inexplicable la magnificencia de esos momentos. Diría que los gozo. Dios no me habla. Yo hablo con él y la paz que eso me provoca, a veces me hace dormitar de a ratos. En casa hay un reloj que da las horas y las medias, hasta los martillazos sobre el elástico que hacen los gongs me llegan como un acompañamiento. Por suerte, los antibióticos, descongestionantes, analgésicos y calmantes hacen su tarea y me permiten vivir esta situación casi como un llamado.

— Tu respuesta es excelente. Sos un ejemplo de cómo tomar adecuadamente un suceso tan duro como éste.

— Una respuesta Zen ¿no?

— Zen, Taoísta… realmente la denominación no es tan importante. Lo importante es cómo lo tomás sin ego.

— Entre otras cosas, me acordé de algo que leí en un cuento de la dinastía Tang. Está en una colección de historias taoístas que hizo un amigo. El cuento se llama Barba Enrulada.

— “¡Es un clásico! Lo escribió Du Guangding, uno de los taoístas más importantes de ese período ¿De qué te acordaste?” El corazón taoísta de Tommy se expande un poco cuando Juanca le menciona esto.

— Me acordé que en un momento, Barba Enrulada le dice a Li Jing “no es tan importante lo que le sucede a un hombre, sino cómo lo toma”. Entonces decidí hacer como el agua, fluir.

— Eso es muy taoísta. Fluir como el agua que siempre rodea los obstáculos en lugar de luchar contra ellos. Por supuesto. Porque lo que lucha es el ego, el ego es el origen de todos los deseos y los deseos son el origen del sufrimiento.

— En este momento te puedo asegurar que es exactamente así.

— Sin duda. Hay una historia interesante que tiene mucho que ver. En dos lugares distintos hay un hombre sentado bajo una palmera. A cada uno de ellos le cae un coco en la cabeza. El primero se queja a los gritos, insulta a la palmera, maldice su amargo destino y se va. El segundo hombre, después de frotarse el chichón, ve que lo que lo lastimó es un coco. Entonces, alegremente, primero bebe la leche del coco, después lo parte en dos y come la pulpa. Finalmente se hace un par de cuencos. Así, se va caminando tranquilo, contento por su destino. Lo que le pasó a cada uno es lo mismo, pero la respuesta es diferente en los dos. El mismo suceso, para uno fue una desgracia, y para el otro una bendición.

— Muy buena historia. Igual, te aseguro que esto molesta mucho. Pero es como en la historia. Lo importante es cómo uno toma los sucesos, y así es como lo puedo llevar adelante.

— Si. Cómo convertir la mala suerte en buena suerte.

— Fluir como el agua.

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