7 may 2010

Dos Tazas


Las hojas de otoño caen como lluvia.
Aunque mis vecinos son todos bárbaros,
Y estás lejos a mil millas,
Siempre hay dos tazas sobre mi mesa.
Poema anónimo de la dinastía Tang

— “¿Por qué pasás frío?” me preguntó un amigo esta mañana, “¿es parte de la práctica?”

— “La idea no era pasar frío”, le respondí, “pero una vez que estuve en el lugar, esa era la situación. Y en realidad, si, también es parte de la práctica taoísta vencer al frío, generando calor interno. Mi maestro era un buen ejemplo de eso ¿Para qué recibí enseñanzas si después no las pongo en práctica? Combatí el frío primero con Qigong. Después con té, con el buen Oloong. Y no hubo más frío. Solamente disfrutar del lugar, y hacer un buen entrenamiento”.

Hay muchos entrenamientos. En el caso de los entrenamientos taoístas, son tantos que ocupan una biblioteca entera, y muy grande. Pero básicamente, están los internos y los externos. Taiji quan, Qigong, Bagua quan, Xinyi quan… son entrenamientos externos. Neigong, las meditaciones son internos. Pero en realidad… adentro y afuera, son las dos caras de la medalla. Lo que siempre se entrena es la mente, el corazón. Para todas las culturas tradicionales, la palabra para mente, en realidad, es corazón.

Tomar té es una froma de entrenar la mente. No importa si lo preparamos nosotros o alguien más. La tetera y las tazas primero fueron lavadas, y se las deja secar solas, no se usa ningún paño para secarlas. Para preparar el té, la tetera tiene que estar vacía. Parece una perogrullada, pero es así. Para servir el té, las tazas también tienen que estar vacías. No se puede servir té en una taza llena. Con nuestra mente es igual. Cuando vamos a tomar té, primero vaciamos la mente, igual que la tetera y las tazas. No se puede apreciar el aroma del té con una mente llena. No se puede escuchar el sonido del agua en la holla con la mente llena. No se puede apreciar el sabor del té con una mente llena. No se puede apreciar la charla con los amigos con una mente llena. No se puede apreciar la vida con la mente llena. Con la mente vacía, escuchamos el sonido del agua en la olla, y nos recuerda al del viento en los pinos. El aroma del té… nos trae recuerdos de tantos bosques, jardines, y de las cuatro estaciones. El sabor del té… nos transporta al mundo de las hadas y los inmortales…

Igual que tomar té, la vida es un arte. El arte de vivir necesita, como todo arte, que sepamos vaciar nuestro corazón-mente. Cuando hay espacio suficiente en el corazón, hay espacio suficiente para muchos amigos en el corazón. Podemos vivir la vida como merece ser vivida. Y, así, siempre tenemos dos tazas sobre nuestra mesa.

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