22 may 2010

Banchá, Playa, Invierno



Las playas no son sólo para el verano. Durante las cuatro estaciones siguen estando ahí. Si vamos al agua o no, es irelevante. El océano está ahí. A veces calmo, a veces bravo. La playa casi siempre está vacía, salvo por los pocos que la aprecian. Contemplar el encuentro de cielo y mar despierta un estado interno que no se puede describir con palabras.

Un viejo amigo mío trabaja en la playa todo el año. Está a cargo del restaurante. Estos últimos días había estado sobrecargado de trabajo, cuidando las reformas y mejoras que tenía que estar listas hoy sin falta. Ayer, lo fui a ver a la playa, de ahí, después de un rato, iríamos a su casa, a cenar junto con su familia. Llegué, y lo encontré en un descanso. Sin perder un segundo, fui hasta la cocina del restaurante —que estaba cerrado al público— tomé una taza y la puse sobre la mesa, delante de él. En un bolsillo de mi mochila llevaba, por supuesto, un termo con té, que había preparado antes de salir de casa. Para mi, saqué de la mochila una taza japonesa que llevo cuando viajo, y me senté frente a él.

— ¿Un banchá?

— Si, gracias… me va a venir bien para reponerme y completar el descanso, así después trabajo un rato más y nos vamos.

Así, tomamos nuestro banchá. No todos escucharon hablar de este té, muy usado por los que siguen la dieta macrobiótica. Es un tipo de té verde japonés, de bajo precio, pero en absoluto desdeñable. Por el contrario, es excelente para la salud. La diferencia con el té verde común —y con otros tés— es el momento de la cosecha. Las hojas se recogen, al final de la estación, después de haber permanecido por lo menos, tres años en la planta. Por eso, también se lo llama té de tres años. Debido a que las hojas que se usan para el banchá son más viejas, y se le suelen dejar ramitas, casi no contiene cafeína, sólo del 0.5 al 1.5 por ciento. El contenido de tanino y teína también es muy bajo. Pero en cambio es rico en vitaminas A, C, B1, B2, calcio, hierro, Cinc y Manganeso.

El sabor del banchá es ligeramente tostado con un ligero dejo a maderas verdaderamente agradable. Es muy común agregarle un poquito de sal. Además del común, hay otros dos tipos principales de banchá,

1. Hojicha. Se hace con hojas tostadas. Tiene un aroma —por supuesto— tostado y color dorado claro.

2. Geimancha. Es una mezcla de hojas de banchá y arroz tostado al fuego. El este té tiene sabor a granos, ligeramente salado y muy agradable.

También hay diferentes formas de prepararlo. Por supuesto, se lo prepara en infusión, como a los otros tés, con el agua alrededor de los 80 grados Celsius (centígrados). Pero también se lo pude hacer en decocción. Cuando es así, se lo deja hervir de dos a tres minutos, y después reposar por cinco o diez. Por supuesto lo pueden usar para prepara té a la manera mongol. Hay quienes lo tuestan en una sartén antes de prepararlo, con lo que se vuelve más intenso. No importa cuál sea la forma en la que lo hagan, es excelente para la salud, y muy apropiado para los niños, debido a que casi no contiene cafeína, y la cantidad de teína es mínima.

En una tarde de invierno, con sol, o nublada pero sin lluvia, ir a la playa, aún una hora antes del crepúsculo es algo digno de hacerse. Compartir el té, una buena charla o el silencio con un amigo, mientras contemplamos el océano y el cielo, hace que el corazón se expanda más allá de lo imaginable.

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