Es difícil encontrar a alguien a quien no le guste escuchar el sonido de la lluvia. Especialmente cuando no hay goteras en la casa. Es también difícil encontrar a quien no lo le guste escuchar el sonido del agua de un arroyo. No importa en cuál de las cuatro estaciones, sentarnos a orillas de un arroyo y escuchar al agua corriendo nos produce una sensación maravillosa. Hasta se venden grabaciones de esos sonidos. Ayudan a serenarnos y sentirnos bien. Curiosamente, escuchar al agua moviéndose entre las piedras, nos produce una sensación de quietud. Casi nos transporta a otro mundo. Tal vez por eso se dice que el movimiento es el fundamento de la quietud.
El agua está en movimiento constante, en acción constante. Aún serena en un lago, se mueve, se evapora, flota con las nubes, cae como lluvia o como nieve. Corre entre las piedras del arroyo, que permanecen inmóviles. El agua las desgasta y les da nuevas formas. Las piedras siguen imóviles. Hay mucho del secreto de la vida en las piedras y el agua. Hay mucho del secreto de la vida en el arte del té. El equilibrio entre la acción y el reposo, el trabajo y el descanso, el sueño y la vigilia son buena parte del arte de vivir. Si el equilibrio se rompe, el equilibrio de nuestra vida se rompe. Nuestra salud se rompe, y con ella se rompe nuestra felicidad. El Dalai Lama dijo que la felicidad no es un don, es un arte que exige voluntad y práctica. Cualquier arte lo exige. El arte consiste en un treinta por ciento de inspiración y un setenta de dedicación. El arte de vivir también. Y buena parte de un arte es mantener el equilibrio. Es mejor no vivir como si camináramos por el filo de una navaja. Un antiguo poema habla acerca de este arte,
Si nada dentro tuyo permanece estancado,
Todas las cosas se aclaran solas.
En movimiento sé como el agua,
En la quietud, sé como un espejo,
Responde como un eco.
Aprendemos a actuar equlibradamente teniendo actividades que requieran equilibrio. Puede ser en deportes como el ski, el golf, la arquería, la equitación, o en prácticas como yoga o taiji quan (taichi chuan). Preparar el té, como vimos en otras notas, también nos lleva a la serenidad en la mente y el equilibrio en la acción.
Una historia cuenta de un hombre que fue a ver a un maestro y le preguntó si podía hacer algo, porque su esposa era muy tacaña. El maestro fue a verla, le mostró su puño cerrado y le preguntó
—¿Qué diría de mi mano si estuviera siempre así?
— Deformada.
— ¿Y si estuviera siempre así? preguntó, mostrándole la mano completamente abierta.
— También deforme.
— Si entiende esto entiende suficiente.
A partir de entonces, la esposa dejó de ser tacaña.
El arte del equilibrio es muy reconfortante. Es tan reconfortante como tomar un buen té, preparado con concentración y alegría. Tampoco podemos decir que sea tan difícil. Después de todo ¡hasta un montón de piedras apiladas es capaz de mantenerse en equilibrio!
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