12 may 2010

Como un perro


Según un proverbio de té, mejor tres días sin comida, que un día sin té. No todo el mundo estará de acuerdo. En realidad, el proverbio hace referencia a lo importante que es el té para la salud y la longevidad. Y un ayuno de tres días, correctamente hecho, en la época del año adecuada, también lo es. A decir verdad, todo lo relacionado con el té está relacionado con la salud y la longevidad. Todos queremos ser felices. Más aún. Todos tenemos el derecho innato a ser felices. La cualidad esencial de la mente es la de felicidad no condicionada por nada externo. No depende de nada, no se apega a nada, se irradia hacia todo. Pero no hay felicidad sin salud. Y el té, con todo lo allegado a él, es de gran importancia para la salud. Ya sea que lo preparemos nosotros o alguien más, la serenidad que impregna el tomar té nos llena de serenidad a nosotros. Y no hay salud sin serenidad. Los médicos —de oriente y Occidente— aseguran que lo que más levanta el colesterol no es la comida, sino el stress. Todos queremos ser felices y saludables. Y a todos nos gustaría llegar sanos y fuertes a una edad avanzada. A todos nos gustaría que nuestros seres queridos lleguen sanos y fuertes a una edad avanzada. Mucha gente sigue cuidadosamente métodos para la salud y la longevidad. tomar té, practicar yoga o taiji quan, meditar, practicar caligrafía china. Es bien sabido que los calígrafos chinos, en términos generales, son longevos. Hay muchos métodos…

No sólo hay muchos métodos. También hay gente que los sigue y, efectivamente, llega sana y fuerte a una edad muy avanzada. Los taoístas lo saben bien. Es muy común que maestros taoístas lleguen a los cien años sin dificultad. El maestro buddhista Xu Yun (Hsu Yun) era famoso por la fuerza y agilidad que tenía a los casi cien cuando, andando por las montañas, dejaba atrás a todos los jóvenes, porque estos no tenían furzas suficientes para alcanzarlo. El escritor británico John Blofeld fue uno de ellos. Algunos, no sólo llegan a los cien años, también están los que alcanzan los doscientos. No son cuentos chinos. Uno de ellos, fue Li Qingyun. Nació en el decimoséptimo año del reinado del emperador Kangxi (1678) en una aldea rural del condado Kai en Sichuan, y llegó, de acuerdo con una biografía constatada, por lo menos, a la edad de doscientos cincuenta años. De acuerdo con el biógrafo, para cuando el libro se publicó en el año 1935, el Maestro Li tenía 257 años de edad. Era aún un hombre lleno de vigor y vitalidad, y se decía que era vivaz y capaz de patear, de escalar los picos más altos del Monte Emei como un joven.

Desde pequeño se interesó por el estudio de las enseñanzas taoístas, y viajó en su búsqueda. En unos años, había cubierto todas las provincias y territorios del noroeste de China. Sus viajes lo llevaron tan lejos como Manchuria, Xinjiang, Tibet y Vietnam. Aparentemente, durante estos viajes, el Maestro Li aprendió el arte de la herboristería. Humilde y de buen corazón, Li intervenía frecuentemente en, y ponía fin a muchas disputas y peleas callejeras. Así, alcanzó la edad de cien años, pero su físico y su espíritu se veían iguales a los de un joven robusto. Insistía en que “la única forma de cultivar la vida consiste en purificar el Corazón y reducir el deseo, y en que no hay necesidad de comprometerse en refinar el elixir de oro”. En poco tiempo era seguido por unos tres o cinco discípulos.

Viajaban por varias montañas y se ganaban la vida juntando hierbas y haciendo trueque con ellas en los mercados locales. Fue en un viaje por la región central de China que el Maestro Li se encontró con un taoísta de más de quinientos años de edad, quien le transmitió un tomo de escrituras. Al retornar, el maestro Li y sus discípulos residieron en el Monte Emei en Sichuan, y practicaron el arte de abstenerse de cereales. Para entonces, Li tenía varias docenas de seguidores, todos ellos de cabellos blancos, y el más joven de ellos ¡tenía bien más de cien años de edad! Pero el Maestro Li aún se veía como un hombre en sus cuarenta o cincuenta.

Todos los viajes del maestro Li suenan como algo difícil. Tanto conocimiento adquirido parece casi inalcanzable. Mucho más complicado que prepararnos una buena taza de té. Esto hace que nos preguntemos si es necesario todo esto para tener una vida larga, feliz y saludable. No somos los únicos que nos lo preguntamos. Y como pueden imaginar, son muchos los que se lo preguntaron al maestro Li. Felizmente, el consejo para lograr el objetivo es muy simple. Lo que el maestro Li respondía era:

“Calma tu corazón para cultivar el qi (el prana). Siéntate como una tortuga, camina como una paloma, duerme como un perro”.

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