8 may 2010

Crisantemos


No hablaron una palabra
El visitante, el anfitrión
Y el crisantemo blanco

No es necesario decir que éste es un haiku de otoño. Hablar de crisantemos es hablar de otoño. En la pintura de Asia Oriental —China, Japón, Corea, Nam— es uno de los Cuatro Caballeros. Orquídea para la primavera, bambú para el verano, crisantemo para el otoño y ciruelo para el invierno. Cada uno de los cuatro se vincula a principios filosóficos. El otoño se asocia a haber pasado los cincuenta o sesenta años de edad. El crisantemo, entonces, tiene un simbolismo interesante: es la flor del otoño.

En el Occidente moderno, se considera que haber pasado los sesenta años, es ser un viejo ya no apto para producir algo de valor. En Oriente es lo opuesto. Hace años, estaba tomando té en su casa, con un caballero taoísta, uno de los médicos más importantes de Taiwan. La charla, derivó al tema de la medicina. Me dijo: “en China la medicina, además de una ciencia, se considera un arte. Y se estima que nadie tiene buen nivel en el arte antes de cumplir los sesenta años de edad. Yo ya pasé los sesenta, pero todavía no logré buen nivel en el arte”. Por supuesto, se trataba de humildad taoísta, porque tenía un nivel muy alto. Hasta mi maestro taoísta levantó las cejas y sonrió de felicidad cuando supo de él.

El significado del crisantemo es justamente éste. El otoño de la vida no es el tiempo del decaimiento. Puede ser así. Pero también puede ser el la etapa de dar flores maravillosas como los crisantemos. Pasamos los años de la juventud estudiando y capacitándonos. Después nos dedicamos al trabajo… y como jóvenes inexpertos, necesitamos aprender de los que nos anteceden. Un redactor que recién se incicia estará pidiendo consejos, cometiendo errores y enmendándolos día tras día. Un arquitecto novato necesita el asesoramiento de sus mayores en todas las obras, sin mencionar la experiencia del maestro mayor. Un médico recién salido de la facultad… puede ser presuntuoso, o pedir consejos a los expertos. Como dice el proverbio: “lo que los jóvenes anduvieron caminando rutas, los mayores lo hicieron cruzando puentes”.

Un cuento dice que cuando el Creador hizo al perro le ofreció veinte años de vida, y que estuviera sentado en el porch de la casa ladrándole a le gente que pasara. El perro dijo que veinte años así era mucho, pidió sólo diez y Creador accedió. Después creó al mono, le dijo que entretuviera e hiciera reír a la gente haciendo todo tipo de trucos, y que viviría veinte años. Igual que el perro, el mono devolvió diez. Creador accedió. Después creó a la vaca. Le dijo que tendría que pasar todo el día trabajando al sol con el granjero y producir la leche para mantener a la familia, y tendría una vida de sesenta años. La vaca dijo que sesenta era mucho, y devolvió cuarenta. Creador accedió. Después creó al hombre. Le dijo que comiera, durmiera, jugara, se casara, disfrutara de su vida, y le concedió para esto veinte años. Al hombre la pareció que veinte años era muy poco. Entonces le preguntó a creador si podía tener los diez años que había devuelto el perro, los diez que había devuelto el mono y los treinta que había devuelto la vaca. Creador accedió. Según este cuento, es por eso que nuestros primeros veinte años comemos, dormimos, jugamos y la pasamos bien. Entonces los siguientes cuarenta trabajamos como esclavos para mantener a nuestra familia. Los próximos diez años hacemos trucos como los monos para entretener a nuestros nietos. Y finalmente, pasamos los siguientes diez sentados en el porch de nuestra casa ladrándole a todos los que pasan.

Esta es una explicación de la vida. Tenemos también la alternativa de ser como el crisantemo, el caballero de otoño, y cuando pasamos los sesenta años de edad, dar flores maravillosas. En Asia oriental, se hace vino de crisantemos, y se acostumbra a tomarlo en la celebración del comienzo del otoño. En la del comienzo, no para el equinoccio de la mitad del otoño. Hasta entonces, en nuestra vida, hemos adquirido conocimiento y experiencia. Es de esperar que hayamos leído diez mil libros y andado diez mil millas. Sea cual fuera la actividad que hubiéramos desarrollado, recién entonces habremos logrado un nivel realmente alto. También hasta entonces, tenemos que haber decidido cómo vamos a vivir después de los sesenta. Tenemos que decidir si vamos a ser como un perro… o un crisantemo.

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